AMPARO Y JOSÉ
Casi ciento ochenta,
suman esos años Amparo y José,
hasta aquí hemos llegado, se dicen mirando sus ojos nublados,
más seguimos juntos al atardecer.
En sólo dos días se cayeron bien
y, ya, se casaron , sin lunas ni miel.
No hubo noviazgo,
todo de una vez,
son cosas que pasan,
que tienen que ser.
Ella, preguntó al cura del pueblo,
le dijo, que era, muy bueno José,
y trabajador, que también lo fue,
así que un buen hombre y una gran mujer
formaron familia, con mucho placer.
Amparo está siempre pendiente de él,
si ríe, si duerme, si tose José.
Él es algo terco, no quiere comer,
y Amparo, paciente, le anima,
se pone muy triste
¡pero este José!.
Ella es muy alegre, muy viva, toda sensatez,
y muchas historias pesan en su haber.
A veces, nos canta, canciones de siempre
y nos cuenta chistes y otras muchas cosas,
tiene bien guardados muchos sinsabores,
que, algún día, libera, pero sin rencores.
José está callado,
en su silla quieto ,
se siente importante cuando le saludan,
sabe que le quieren,
¡qué suerte la suya!.
Sus hijos están un poquito lejos,
uno en Alemania y dos en Arévalo,
una es mujer, quien más viene a verlos,
y, Amparo, me dice, que habla con ellos,
que le reconfortan,
y que son su cielo.
"Menta negra"
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