DE LA NOSTALGIA, SIN NOSTALGIA
Diluyéndose en el aire va la nostalgia.
Se eleva, se retrae, revuela en torbellinos
desmadeja nubes sutiles que se alargan
y se alargan: sube y baja.
Es transparente y violácea.
Flota y se desvanece.
Retorna y todo lo envuelve.
Es una tremenda losa que no pesa pero aplasta:
Sube y baja.
¿Quién quiere comprar nostalgia?
Tengo almacenes llenos y sacas ya reventadas.
Explotan porque no cabe en ellas tanta añoranza.
Patios de escuela sombríos,
lunas de sombra alargadas,
sol calcinante de estío,
historias encadenadas.
Cines de blanco y negro,
abuela tras la ventana,
madre de los labios rojos,
mi padre, al viento la capa.
Lluvia menuda y fina de un otoño gris,
de esa densa neblina no guarecen los paraguas.
El día llora al muerto.
Ya se han rezado plegarias.
Abanico negro de luto
Traje con sobrefalda
Collar de perlas blancas
Y una vida que llegaba.
Adolescencia tardía de locura enajenada.
Tristeza interna profunda
deja huellas en el alma.
Puedo regalar nostalgia.
Escribiré muchos versos y llenaré muchas páginas.
En ellas habrá retazos, fragmentos,
jirones aprehendidos que llegan y luego escapan.
Pero no se vaciará del todo, crecerá de forma rápida.
¿Quién quiere comprar nostalgia?
Ahoga, hunde, da una alegría insana.
Inmoviliza el cuerpo, lo lleva hacia una llama
de ansia de eternidades, de una cósmica instantánea.
Lo tengo todo y se escapa.
Lo recojo entre mis manos
y entre mis dedos se marcha.
Mientras va pasando el hoy deja de ser presente.
Y cuando ha transcurrido, en pasado se convierte.
Y cuando ese hoy que ha sido
es ahora ayer lejano,
cuando recuerdas qué fue o qué podía haber sido,
no intentes cerrar las puertas ni luchar contra el destino
pues la nostalgia ha llegado y caminará contigo.
Fdo: Tersia
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