miércoles, 11 de octubre de 2023

XVII CERTAMEN LITERARIO GENTE MAYOR - "UN FINAL O UN PRINCIPIO" - NARRATIVA.


UN FINAL O UN PRINCIPIO

Susana esperaba sentada sobre el mármol, en la esquina de una tumba llena de nombres ausentes, rodeada de flores. Hoy también esperaba cuando llegué.

Han pasado unos meses desde el primer día que me la encontré, en ese mismo lugar, una mañana de aspecto primaveral aunque era invierno. Yo había salido a dar mi paseo diario. Quizás más animado que de costumbre, por los rayos de sol que se escapaban tibios, me atreví a acercarme al cementerio. No había vuelto por allí desde que falleció mi esposa; no me había sentido con fuerzas suficientes. Pero ese día, sin saber por qué, decidí que era el momento y descubrí que era un lugar encantador para pasear con tranquilidad y en silencio.

Yo iba ensimismado con mis recuerdos cuando la vi:

—Buenos días —le dije, con ese tono de voz contenido que parecía exigir el lugar y sin aflojar mi marcha. No tenía ningún interés en conversar con nadie.

—Si usted lo dice —me respondió con una voz bien alta que a mí me pareció esconder un enfado—. Yo estoy esperando.

Apenas le hice caso y continué mi camino, pero oí como ella seguía hablando. No presté mucha atención y no supe si quería charlar conmigo o si hablaba ella sola. Me daba igual. Yo ya tenía suficiente con aguantarme a mí mismo.

Día a día, sin apenas darme cuenta, le fui cogiendo gusto al paseo por aquel lugar en el que sentía una serenidad que me era muy preciada. Y todas las mañanas que me acercaba al cementerio encontraba a Susana en el mismo sitio. 

En una ocasión, cuando respondió a mi saludo ya cotidiano, levantó su mirada hacia mí y pude comprobar que tenía unos ojos grandotes llenos de emociones azules, de los que no me había percatado hasta ese momento en que, además, me pareció que esperaba con cierta ansiedad una continuación a mi saludo, un poquito de conversación, o quizás fuera yo…

—Lleva usted mucho tiempo esperando aquí —me atreví a decirle mientras notaba que me dedicaba su atención.

—Sí. Estoy esperando. Pero no sé  si espero un final o un principio.

Yo me despedí como pude, totalmente desconcertado, y seguí mi camino intentando dar respuesta a la pregunta que automáticamente me había hecho a mí mismo:

« ¿Qué espero yo de la vida, un final o un principio? No sé, no sé…»

Ya digo que han pasado unos meses de aquello pero sigo sin tener una respuesta válida. En ocasiones me veo esperando el final de mi vida para reencontrarme por fin con mi querida esposa, allá donde quiera que esté, y empezar una nueva etapa, o lo que sea, juntos. En otros momentos, me creo iniciando una vida con mi soledad y quiero finalizar mis recuerdos y mi pasado. En todos los casos se mezclan el final y el principio de algo… Y no llego a ninguna conclusión definitiva.

Lo que sí he sabido con el paso del tiempo es que la tumba que custodia Susana todas las mañanas corresponde a su familia, esposo e hijo, que fallecieron en un accidente. Y ella no está loca como podría parecer en una primera impresión, no. O al menos no está más loca que yo mismo. Solo ocurre que, mientras yo he decidido dar paseos, ella ha preferido quedarse al lado de aquella tumba. En ambos casos hemos elegido el lugar en el que nos sentimos un poquito reconfortados en nuestra pena aunque no sepamos motivos ni razones.

En fin, los días van pasando y sigo sin saber hacia dónde voy, en general, aunque me he dado cuenta de que, en las últimas semanas, he convertido el cementerio en mi destino preferido, y casi único, para los paseos matinales. Parece que ha cambiado poco el lugar; Susana sigue esperando cada mañana y, poco a poco, nuestro saludo diario se ha convertido en una charla tranquila en la que compartimos recuerdos y pareceres.

Pero el paseo de esta mañana ha sido diferente, o así me lo ha parecido a mí. Sí, sí, ha sido distinto porque, si no, yo no estaría dándole vueltas a la cabeza. Cuando he saludado a Susana con mi ya habitual "buenos días, seguimos esperando", ella me ha mirado, con esos ojos suyos tan llenos de sentimientos que nunca acierto a descifrar y, mientras se levantaba de su asiento, me ha contestado:

—Sí, pero hoy ya sé que te espero a ti.

Ahora ni siquiera puedo recordar lo que contesté pero, mi paseo de hoy, lo hice en su compañía y me pareció más agradable.

Seudónimo: La vi pasar.

 

 

 

 

 

 

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