martes, 24 de octubre de 2023

XVII CERTAMEN LITERARIO GENTE MAYOR + INTIMIDADES ENTRE MI MADRE Y YO

Acabo de despertarme.

Miro a mi alrededor y todo es un universo fantástico de materia interna de una mujer.

No sabría identificar con certeza el lugar donde estoy anclado, pero me estoy familiarizando con el entorno y lo cierto es que me parece una maravilla contemplar los fluidos y membranas que me ayudan en el día a día para ir creciendo, para hacerme fuerte.

Las paredes que me rodean son como espejos mágicos que reflejan mis sentimientos hacia todas las direcciones del elástico vientre que se va ampliando por semanas.

Hoy, por primera vez me ha llegado un estímulo de la que va a ser mi madre y me ha apenado sus sentimientos hacia mí. No lo tiene claro, no sabe si seguir adelante o terminar con mi sueño.

Yo palpo su intranquilidad y su pesimismo, tal vez he llegado en mal momento, no voy a ser bien recibido.

No se da cuenta que, cuanto más tarde en decidirse, más cariño hacia ella va a romper, va a eliminar de un plumazo mi vínculo umbilical y mucho me temo que no voy a pasar de un óvulo fecundado y en este estado va a acabar mi pequeña historia como ser humano.

Me he vuelto a dormir o tal vez haya sido una bajada molecular de los glúcidos; compruebo que esta acumulación de azúcar es lo que me ha llevado a una situación semi comatosa que me ha dejado aturdido, prácticamente sin conocimiento.

Todo esto me lleva a pensar que estoy en el útero de una mujer demasiado joven, sin experiencia y come de todo.

-       ¡Madre, por favor, deja ya las chuches y los bombones!

Creo que debería de acudir al ginecólogo y hacerse unos análisis, así sabrá de buena mano que alimentación necesitamos, ella y yo. De esta forma y con esta preocupación he estado durante un mes.

Todo fue motivado por un par de píldoras que pretendían quitarme de en medio, pero no han hecho su trabajo correctamente porque he notado como le hacían un lavado de estómago y he salido de ésta aunque con bastantes apuros.

He pasado una mala racha y casi he entrado en depresión con una alimentación que ha provocado un rechazo en mi futuro organismo, espero y deseo que mi madre se aclare y vuelva a una vida sana, sería lo mejor para los dos, no creo que aguante mucho en esta tesitura.

Las horas se me han hecho eternas, he contado los minutos para que todo se regularizase y creo que lo complicado ya ha pasado. He notado cambios en mi cuerpo, sigo adelante.

Me veo los dedos de la mano, observo mis pies, puedo estirarme, pateo como si jugara al futbol, huelo su perfume, oigo una canción, la misma que canta todos los días y me arrulla, me embelesa, me duerme.

Las cosas son diferentes desde hace unos meses, ha ordenado su vida, está más calmada, come sano, ha ido al médico y puedo gritar a los cuatro vientos que ella me quiere y desea tenerme.

Mi mundo interno sigue siendo una extraordinaria odisea.

Fluyo en el mar amniótico como si fuese una patera que llegase desde el estrecho, entre olas de fluidos que amortiguan mis vaivenes y nado con facilidad en esta playa cubierta de órganos y placenta, sujeto al cordón umbilical, que es mi seguro salvavidas que me sostiene y alimenta. Miro hacia abajo, entre mis piernas y he descubierto mi sexo, no puedo estar más contenta…

-       ¡Soy mujer!

Estoy en los meses peligrosos, debe de tener cuidado con todo y yo casi no quiero moverme y eso que cuando pateo se alegran.

Debe de haber un pequeño fallo, algo no marcha lo bien que se espera y un poco de hemorragia he soltado por algún sitio, posiblemente al desplazar el estómago se ha dañado levemente mi estructura.

Son ocho meses de un cautiverio dorado, como si hubiese estado en una isla desierta dentro del océano de tu vientre, rodeada de esta bolsa que me ampara y me defiende y tengo ganas de ver mundo.

No sé cómo pero me he movido durante la noche y me he colocado cómodamente para salir cuanto antes mejor de mi lecho de coral, porque he roto aguas y estoy deseando nadar hacia la superficie.

Ha llegado el día, todo está dispuesto para la explosión final.

Noto las palpitaciones del corazón de mamá, late a mil por horas, aquí dentro es como un tambor de esos de Calandria que no ceja en veinticuatro horas seguidas y tengo los oídos que me estallan.

Quiero asomarme pero no puedo, algo me lo impide y me falta la respiración; desconozco lo que me ocurre, pero cuanto más esfuerzo hago por salir, más me ahogo. Tengo algo que me rodea el cuello y me falta el oxígeno, me estoy poniendo morada..

-       ¡Ahora no, yo quiero vivir!

Se me acumulan los recuerdos de las primeras semanas, aquellas donde ella no quería que viviese, pero aquel mal sueño ya pasó, ya estoy formada, ahora soy una mujer.

En este mal trago, cierro los ojos y sueño; me llegan imágenes nunca vividas, supongo que son los misterios del embarazo, los secretos de un zigoto que ha dejado de serlo y ahora fantasea con el futuro.

Quiero ser bailarina o corredora de maratón, o por qué no, filósofa o científica, ella me lo va a dar todo, ya siento su amor cuando posa su mano sobre su vientre, pero cada minuto que pasa, menos oxígeno me llega, creo que esto puede ser el final.

Miro hacia arriba y se hace la luz.

Han abierto mi cúpula sagrada, mi espacio materno, el abdomen de mi madre es mi liberación total y no han dañado mi cuerpo, he salido ilesa, respiro el aire del mundo, el que respira ella y mi padre.

Me he perdido el otro viaje, el de salir por la vagina, metiendo la cabeza a tope, entre contracciones y dolores, que así fue siempre desde los siglos pasados, de todos modos, me parece que mamá no ha sentido nada.

Salgo en silencio, callada, sin hacer ruido, no quiero molestar y tras la primera palmada en las nalgas, doy el primer grito de protesta, alboroto la sala, reclamo mi bienestar.

Me ha cogido entre sus brazos tras despertar de la cesárea y no existe en el mundo una sensación como ésta, me besa, me mima, me mira, me sonríe con una risa abierta, espontánea.

-       ¡Ella me quiere, no hay duda!

Eres madre, te has realizado como mujer y tal vez te daré mucho trabajo y tendrás que hacer sacrificios, tú y papá, para sacarme adelante, porque ya soy una más en este mundo y tendréis que prepararos para hacerme mayor, para lo del sarampión y la tos ferina, la cunita, los pañales y la guardería, el cole, mi primera comunión.

Ahora que me fijo, aunque sea con los ojos casi cerrados y con mi piel arrugada; observo una lagrimita que resbala por tu mejilla, yo quisiera reír a todo trapo para demostrarte lo que siento.

-       ¡Qué mirada más limpia tienes!

-       ¡Oye si tu nariz es idéntica a la mía!

-       ¡Qué bien te sienta la maternidad!

-       ¿Aquel de allí es mi padre?...¡Pero si es un crio!

 

Ha sido un viaje alucinante dentro del interior de mi madre, las he pasado canutas, pero todo se ha ido arreglando y ahora me queda toda una vida para decirle..

-       Te quiero mamá!

 

 

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