En el lago, callado y disperso
Crecen las imágenes en el lago verde de mis sueños
cuando se presenta sin maquillaje
con ropa de diario
la imposibilidad de seguir cantando
el bobo engaño repetido,
la certeza de incumplir la promesa solemne
firmada con pluma de ganso
ante los ojos perezosos de los zafios y golosos.
Imágenes oscuras de confesionarios vacíos
en templos sumergidos,
imágenes de montañas jamás escaladas
apuntando al cielo,
imágenes de caminos alfombrados
donde crecen cristales rotos, donde se derrama el vino,
imágenes de sombras, yo entre ellas,
que miran al sol a través de celofanes negros.
El lago siempre
el lago aquí.
Nadie es nada sin el lago
quieto por fuera,
espejo mudo de ángeles invisibles,
a la espera de las tentaciones del tedio de vivir
que llaman a hundirse en él cada tarde de domingo.
Callado c a l l a d o
busco la palabra llave rodeada de espigas
al otro lado y más allá
de la poesía en conserva
biblia de monjes derretidos.
No soy negro
y soy culpable,
no soy pobre
y vivo condenado
a una cadena perpetua
de intenciones inocuas,
no soy joven
y huelo la carne quemada
del corredor de la muerte imitativa,
no he nacido en Montgomery
y crezco en la cárcel
de mi estática coyuntura.
No no no
Cuando vuelva a callar
seguiré raspando la palabra,
amalgama muñidora de poemas
con trazo estéril
para muñecos de trapo
y cascabeles en las orejas.
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