"Número oculto"
-I-
Jeremías III, hijo de Jeremías II y nieto de Jeremías I de profesión promotor inmobiliario y constructor, había heredado el negocio de su padre y este de su abuelo que según cuenta una leyenda urbana en Castellón empezó como peón de obras contratado por el ayuntamiento instalando las vías del tren de La Panderola para pasar después a encofrador y acabar como contratista y jefe de obras. Se había hecho a si mismo.
Jeremías III era un joven prometedor, moderno y emprendedor. Vestía de marca, conducía de marca y poseía un móvil de marca del cual no se separaba jamás. Jeremías III tenía una novia joven, moderna y encantadora, en fin no podía quejarse de que la vida le había tratado muy bien en todos los aspectos. Por cierto su novia, antes fue novia de su primo Jeremías IV, algo que este nunca le perdonaría.
Jeremías III era adicto al trabajo, veinticuatro horas al día eran insuficientes para el. Los negocios no podían esperar, estaban por encima de todo. Él también estaba en todo y con todos. En la Asociación de Promotores Inmobiliarios del cual era su presidente, también estaba en política como concejal de urbanismo, faltaría más. En asociaciones vecinales, patronales, religiosas, deportivas, taurinas, ONG´s, etc. Y también preparaba su boda con su novia.
Jeremías III era un luchador, soportaba todo el estrés y la presión que llevaba consigo los negocios, porque para él todo era un gran negocio y él era muy bueno en esto y es por eso que había triunfado donde otros habían fracasado. Por eso y por sus buenas relaciones con todo el mundo empresarial y político, empezando por el padre de su novia que era ni más ni menos que la hija del presidente de una gran empresa de organización de eventos llamada Húrtel donde la mayor parte de los negocios los realizaba con los Ayuntamientos, Comunidades Autónomas y Diputaciones.
Su último gran proyecto era llevar un tranvía a Castellón, el Tram, aunque los ciudadanos más tarde le acabarían llamándolo "La Tramderola" haciendo referencia al viejo tren donde Jeremías I empezó su carrera y ahora en desuso decorando un parque.
Según él el tranvía era necesario e imprescindible para el futuro de la ciudad. Casi todos lo tomaron por loco, pero el dale que dale con el proyecto, le importaban tres pepinos las críticas y los comentarios de los que estaban en contra del proyecto, seguiría adelante hasta conseguirlo. Jeremías III era una máquina de proyectos.
Él y su móvil eran toda su oficina, inseparables, como novios, siempre lo llevaba consigo allá donde iba, de día de noche, siempre, a todas horas. Cuando se acostaba lo dejaba en la mesita de noche, hacia el amor con él en un extraño trío, él su novia y su móvil, cuando comía bebía y hacía sus necesidades su teléfono siempre estaba presente y era testigo de toda su intensa y ajetreada vida. No se separaba de él jamás era mas novia que su propia novia.
-II-
El día que enterraron a Jeremías II, en la misa de difuntos junto al cadáver de su padre y cuando el sacerdote se dirigía a las personas congregadas para la misa de cuerpo presente y en el obligado silencio que requería el acto de pronto se oyó una música estridente, aguda a intervalos cortos y repetitivos. Era el móvil de Jeremías III que llevaba en el bolsillo de la americana. Cogió el aparato dio media vuelta, salió a la calle y contestó a la llamada. Los negocios son los negocios y estos no pueden esperar.
A Jeremías III le importaron un comino las críticas recibidas por su comportamiento en el sepelio de su padre por que él continuó con la misma actitud obsesiva en relación al móvil y a los negocios. Estas conductas hacían enfadar mucho a su novia y tenía graves y largas discusiones por esta causa que ella llamaba obsesión descontrolada. Pero aun así esos reproches no hicieron que las cosas cambiaran.
-III-
Llegó en gran día de la boda ya era una realidad y eran muchos y muy importantes los invitados, Jeremías III no podía fallar. Todo había que hacerlo a lo grande, sería la mejor boda del año. El banquete en el mejor restaurante, la ceremonia religiosa en la mejor catedral, la novia, la más bella y elegante y él el más apuesto novio con el mejor smartphone del momento. La empresa Húrtel lo tenía todo bajo control. Todo perfecto.
Desde fuera de la gran catedral se podían oír las notas armoniosas del gran órgano interpretando la marcha nupcial de Felix Mendelsohn.
Por la alfombra roja que cubría el pasillo central de la seo desfilaban ceremoniosamente la novia acompañada del padrino, detrás de ella el novio acompañado de la madrina. Poco a poco iban acercándose a las escalinatas del altar mayor donde los esperaba el mismísimo Obispo de la Diócesis. El organista cesó su música para dar paso a la ceremonia de casamiento. Pero otra música rompió el silencio de la catedral y esta procedía del móvil de Jeremías, este se palpó todos los bolsillos de su chaqueta hasta dar con el aparato y poder apagarlo, no sin antes observar la pantalla para ver quien le llamaba: "número oculto"
Los invitados murmuraban, su novia lo miraba perpleja con actitud enfadada, su primo Jeremías IV sonreía por la anécdota y el Obispo estupefacto una vez apagado el dichoso aparato continuó con la ceremonia.
El banquete de boda fue tranquilo y casi nadie se atrevió a comentar lo sucedido en el templo a excepción de su primo Jeremías IV que medio en broma le formulaba: ese maldito aparato será tu perdición si no te controlas.
También su mujer le recriminaba su actitud y en ese momento recriminatorio inoportunamente otra vez volvió a sonar el madito teléfono y esto hizo que su mujer se enojara mas de lo que ya estaba. Pero esta vez lejos de apagarlo contestó a la llamada que volvió a ser número oculto. ¿Quien diablos será? Se preguntaba Jeremías III
-IV-
Después del banquete se dirigieron al hotel donde pasarían la primera noche de bodas. Relajados y desnudos en la cama se propusieron hacer el amor. Solo fue eso una propuesta por que a los diez minutos de comenzar, el teléfono volvió a sonar, lejos de apagarlo Jeremías quiso atender la llamada y al contestar colgaron. —Será una broma—pensó. Y después intentó calmar a su esposa que lloraba desconsoladamente.
A la mañana siguiente partieron de viaje de novios, Jeremías III conducía el automóvil que los llevaría al aeropuerto para coger un avión rumbo a un país caribeño. La autopista por la que conducía estaba tranquila, poco trafico, pero a él le gustaba apretar el pedal de velocidad y a pesar de las protestas de su esposa no aminoraba la marcha. Al poco tiempo su esposa se quedó completamente dormida, situación que aprovechó Jeremías III para ir más deprisa todavía. El sol se situó justo enfrente del conductor, la velocidad era alta, el cansancio ya se dejaba notar y de pronto…sonó otra vez el teléfono.
El móvil sonaba insistentemente pero no podía localizarlo. Lo oía pero no lo veía, buscaba en la guantera, no estaba, miró en las bandejas laterales de las puertas, ni rastro, su esposa continuaba dormida. El teléfono dejó de sonar durante cinco minutos, después otra vez volvió a sonar. Se acordó de pronto que lo guardó en la americana y que esta estaba en uno de los asientos de atrás, se quitó el cinturón de seguridad para poder alargar más la mano y así acceder mas fácilmente al asiento trasero hasta conseguir alcanzar el aparato. En esta maniobra pierde el control del automóvil y este empieza a circular en zigzag, apenas veía por el sol, su mujer despertó de pronto y viendo el problema comenzó a gritar, esta actitud puso mas nervioso al conductor que ya no pudo controlar su vehiculo y fue a estrellarse a una valla de hormigón después de realizar varias vueltas de campana.
-V-
Muchas personas asistieron al entierro de Jeremías III que fue también a lo grande, aunque el protagonista esta vez no pudo hacer ostentación de su propia ceremonia.
Su esposa no acudió, estaba convaleciente en el hospital, se salvó gracias al cinturón de seguridad. La familia por expreso deseo del difunto le dieron sepultura en el panteón familiar. De la Iglesia del cementerio al panteón formaban la comitiva seis apersonas que portaban el ataúd a hombros, entre ellos su primo Jeremías IV mas los sacerdotes, familiares, empresarios, políticos y amigos, cuando el ataúd fue depositado en uno de los nichos y sellado por una lápida conmemorativa todos abandonaron y el panteón se quedó desierto y en absoluto silencio, solo su primo Jeremías IV quedó en el recinto.
En un instante sonó un teléfono móvil, esta vez su sonido era muy apagado y apenas se podía oír pero dentro del nicho una voz ronca y casi sin aliento contestaba: ¿dí-ga-me?
Jeremías IV apagó su móvil, lo guardó en el bolsillo y se fue murmurando unas palabras –Ye te dije una vez que el móvil seria tu perdición y silbando la marcha nupcial de Mendelsohn se fue a visitar a su exnovia al hospital.
Fracisco Magnieto Martín
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