lunes, 18 de septiembre de 2017

7. SALUSTIANO, por JOSE SANCHIS CISCAR

 SALUSTIANO.

Sebastiana y yo llevamos 25 años de casados. Hace poco celebramos las bodas de plata. Lo festejamos por todo lo alto. Reservamos una mesa en el Bar-Restaurante de Manolo, el de la esquina. Fuimos ella y yo con nuestro hijo Kevin y su novia Chusa.
Pedimos el Menú Especial de los domingos (9,50 €, bebida incluída). Empezamos con unos entremeses: mortadela, salchichón y chorizo, con una bola de ensaladilla rusa. Después un plato de paella valenciana, de pollo y conejo y un trozo de algo que no supimos identificar, pero estaba bueno Todo ello regado con un excelente vino tinto de Tomelloso, que Manolo nos había reservado para la ocasión. De postre, un pijama de toda la vida. No le faltaba de nada: flan, helado, piña y melocotón. Al terminar nos obsequiaron con unos chupitos de hierbas y yo me pedí un carajillo y dos vaqueritos. Un día es un día.
Sin embargo,  al llegar a casa, como es su costumbre siempre que salimos y hacemos algún extra, Sebastiana me pegó la bronca. Me defendí como pude y al parecer las aguas volvieron a su cauce.
Pero el otro día, una simple ventosidad fue la gota que colmó el vaso, según ella. Corrió haciendo grandes aspavientos para abrir la ventana.
-Guarro. Cerdo. Qué olor!
En fin. Le dije, con la mayor naturalidad, que si comíamos todos los días alubias, garbanzos o lentejas, lo normal es que estuviera un poco flatoso.
-Un poco flatoso, dices? Si llevas 25 años tirándote pedos en mi cara!. Además, con el dinero que ganas no querrás que te compre langostas y caviar, vamos. Confórmate con las legumbres. Si me hubieras hecho caso y trabajaras para mi hermano, ahora serías encargado y traerías a casa un buen jornal.
Ya estamos otra vez con el trabajo del hermano. Con ese cretino no hubiera durado ni una semana. No trabajaría para él ni aunque estuviera 5 años en el paro. No me pude contener y le dije lo que pensaba de su hermano. Quizás se me fue un poco la mano, porque a continuación le tocó a su cuñada y sus sobrinos, hasta acabar con un mínimo comentario sobre su madre. Craso error!. Fue mentar a su madre y destapar la caja de los truenos.
-Mi madre? Qué tienes que decir de mi madre? Tendrías que limpiarte la boca antes de nombrarla. Siempre habla quien más tiene que callar.
En fin. Ella empezó por mi hermana, mi cuñado, mi tía la de Madrid… y le pegó un buen repaso a todos los defectos que encontró en mi familia.
Como el tema venía de lejos, nos embalamos. Nos dijimos cosas que más vale no recordar. En fin. Por desgracia, la trifulca ha traído consecuencias: hemos decidido separarnos.
El caso es que como no tenemos un duro,  nos tendremos que conformar con medidas poco convencionales. Sebastiana me preparará  dos tupers, uno con la comida y otro con la  cena, y yo no apareceré por casa hasta las 10 de la noche. Okuparé la habitación que ha dejado libre nuestro hijo Kevin.
Así hemos pasado unas semanas. Pero anoche, después de dos horas dando vueltas sin poder dormir, me la imagino en nuestra cama de matrimonio, sola,  ay! desnuda (estamos a  finales de julio). Se me seca la boca. Me levanto y voy a la cocina a beber agua. Y me la encuentro en la puerta del dormitorio, tal como Dios la echó al mundo. Con un dedo me señala el interior y …nos colamos pá dentro. Una cosa trae la otra.
-Cari, tócame un poquito ahí donde tú sabes, anda…
En fin. Está claro que no podemos vivir juntos, pero tampoco sabemos dormir separados.






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