miércoles, 17 de junio de 2015

4. MI TIO MIQUEL, por JOSE SANCHIS CISCAR

4. MI TIO MIQUEL       
  
Mi abuela siempre le decía:
-No te fiques en líos, Miquel.
Pero Miquel lo llevaba en la sangre, su padre, mi abuelo Miguel era militante de la CNT. Aunque hay que reconocer que lo era por sus aficiones teatrales. La CNT de Mislata tenía un grupo que todos los meses representaban una obra del repertorio clásico español.
Miquel, con doce años leía los textos con verdadera devoción. Como enseguida se los aprendía, le propusieron hacer de apuntador.  Su obra favorita era Don Juan Tenorio. Se podían pasar horas y horas recitando aquello de: "no es verdad, ángel de amor que en esta apartada orilla…"
 El galán joven de la "compañía" era Pepe, que trabajaba en una imprenta del Paseo de la Pechina. Pepe sí era un verdadero sindicalista. En sus ratos libres leía a Bakunin y le explicaba a Miquel la ideología anarquista. Era un devoto de Durruti, a quien seguía por las noticias de los periódicos y los boletines internos del sindicato. Así transcurrieron los años de la República.
Por su mediación, mi tío Miquel se empleó en la imprenta. Mientras le enseñaban los secretos del oficio, también lo utilizaban para hacer recados. Conoció a Isabel, la hija del propietario. Con solo 15 años era una joven que lo enamoró nada más verla.
 Cuando el 18 de julio las emisoras de radio difundieron la noticia del golpe de estado, Pepe y  Miquel acudieron a la central sindical para reclamar armas y una vez conseguidas, junto a otros camaradas se dirigieron al cuartel de la Alameda para hacer frente a los militares sublevados. Cumplida esta misión con éxito, con el tiempo justo de despedirse de sus novias y familiares, el sindicato les facilitó unos camiones con los que marcharon al frente.
Miquel enviaba todas las semanas una carta, tanto a sus padres como a Isabel. Con unas letras redondas y una perfecta redacción les explicaba su vida en los diferentes destinos: Aragón, Madrid, Cataluña…
Cuando terminó la guerra, la mayoría de los jóvenes  fueron volviendo al pueblo. Pero de Miquel no había ninguna noticia. A los dos meses  volvieron a recibir sus cartas, tan esperadas. Pero la letra había cambiado y apenas pudieron entender  que se encontraba en algún lugar de Cádiz, preso y condenado a muerte.
Mis abuelos, Isabel y su familia acudieron a las autoridades locales y al señor cura. Pero no sacaron nada en claro de aquellas gestiones. Unos días después, Isabel desapareció. Durante tres semanas nadie conoció su paradero. Regresó convertida en otra mujer. De su juventud no quedaba nada. Su cuerpo parecía que se había encogido y su mirada extraviada no presagiaba nada bueno sobre su estado mental. No quiso explicar dónde había estado y qué experiencias había podido vivir en esas tres semanas. Únicamente decía que ahora tenía poderes espiritistas, que sabía comunicarse con los muertos.
Los familiares de otros jóvenes también desaparecidos acudían a ella. Hacían sesiones cuyo contenido siempre fue un secreto para todos.
Al cabo de pocos meses, Isabel volvió a desaparecer, esta vez de forma definitiva. Sobre la mesa del comedor de su casa dejó una nota a sus padres: "No me esperéis. Me voy en busca de la luz y la verdad. Adiós."
Nunca más se supo nada de ella
De nuevo las gestiones ante las autoridades no dieron ningún fruto. La contestación que recibieron fue una frase que mucho después siguen repitiendo los hijos y nietos de aquellos que mandaban entonces.
 Les decían : "mejor no meneallo".

  
JOSE SANCHIS CISCAR


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